Ya he zurcido el paño que me fue entregado al nacer. Está limpio, planchado y guardado en mi corazón de estrella. En mi corazón de caminante sin respiro... Tuve que hacerme fuerte para descubrir mis demonios envueltos en papel de engaño. Y en la fortaleza encontré mi debilidad, en la debilidad mi fortaleza y así pasaron muchos años. Quería sanar mi alma caprichosa y sin sentido, y limpiar la salvia salvajemente envenenada. Apareció la conciencia después de pasar helados inviernos en las profundidades del alma. Solo mio es mi caminar, sin proyecciones absurdas de lo que quisiera ser y no soy, sin proyecciones absurdas en otros hermanos. El camino aprendido me llevo a la compasión, el camino me llevó a la humildad, el camino me llevó al amor, el camino me llevó a la tranparencia, Comprendiendo que en la vida hay que ser impecable. Impecable como las flores salvajes que regalan colores y aromas a nuestro paso. Impecable como la lluvia que nutre y aviva la salv...