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TRADICIÓN

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Arropada y cubierta de un grosor, tan terrible como la herida del mundo.

HOMBREPEAJE

Nace, vive, muere y cuenta su historia...    

CUANDO DIGO SI TU DICES NO

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Estoy en la cocina limpiando la cafetera y tu aroma sigue presente. Huelo el café y recuerdo tus sorbos cuando dudaba... Comencé a amarte y tu taza quedó vacía. .

AL BUEN ENTENDEDOR...

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Me adentro en el tiempo y fuí a preguntar al señor Freud sobre los lapsus del lenguaje político. Sentía necesidad de escuchar otra respuesta, a lo mejor había reflexionado algo nuevo durante estos años. Las gallinas merodeaban por su tumba Y me contestaron con un pío...pío...sepulcral. Las extrañezas del mundo onírico.

LA SOMBRA VENDO QUIEN LA QUIERE?

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Me siento ajena a mi, ajena en el mundo Fantasía existencial Acaricio a un animal y siento al mio. A veces siento y respiro clavellinas rojas y diferentes fantasmas viajan en nubes coloraceas pasando por mi mente, mi casa, mi vida...Casi me rozan. Sonrío como una niña escribiendo este poema. Miro al sol cuando penetra en el mundo de la oscuridad y descubre ante nosotros la fuerza de la sombra. Puedo sentir la sonrisa de un niño cuando se admira y descubre un pajarillo recién nacido a la vida, como él. Puedo sentir a algunos seres humanos como la expresión del amor en la tierra, incluso a veces me siento buena. Puedo sentir que nada y todo es perfecto esa polaridad abrumadora del hombre que hace preguntas... Fantasías de un alma errante en la nada esa nada que me lleva a escribir el cancer de la melancolía. Y descubro que mi cuerpo late, que mi corazón busca que estoy viva-muerte-vida. No quiero saber, basta no quiero. ¡El saber sin sabiduría pervierte y se cobija

LA LOBA

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. La melancolia de la urnas que llevo dentro, asoman a mis ojos.

TODO EMPEZÓ POR EL CALOR DE LAS SABANAS

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El agua prepara la cocción para el té y la cama reclama que la deje preparada para el día. Al coger las sabanas siento el calor, en mis manos y mi cuerpo se sobrecoge. Dulce mi asistenta, nunca nombró el calor de mis sabanas y ese día decidí que solo yo podría hacer mi cama. Que solo yo podía sentir el frió de la otra orilla donde tú ya no estabas. Puñales cobijados en la perdida salen por el balcón de la alcoba. Era el día más adecuado, no querían seguir troceando recuerdos. Pero uno grabado con tu nombre calló al suelo, y lentamente, pensando en ti, lo recogí. Me serviría para limpiar mi paleta. Me serviría para pelar manzanas rojas. Me serviría para mancharlo de óleo purpura y olerte. Me serviría para colorear mis poemas, ó cortar el cordón umbilical del recién nacido. La tetera se quedó sin agua, nunca hubiera podido pensar en tanta similitud.